Por: Abigail Arredondo Ramos

Columna Publicada en El Universal Querétaro

Vaya controversia han suscitado los nuevos libros de texto gratuitos de educación primaria y secundaria. En redes sociales y medios de comunicación, se han difundido una serie de críticas al material que la SEP entregará a las niñas, niños y adolescentes en el próximo ciclo escolar.

Las observaciones son múltiples. Desde aquellas que ahondan en la falta de una metodología y evidencia empírica para determinar su contenido y elaboración; hasta aquellas que redundan en cuestiones esenciales, como que los libros no estarán divididos por materias, faltas de ortografía, enlaces de internet inexistentes, errores en la solución de problemas matemáticos, etc.

En respuesta, el presidente de la República y los integrantes de su gobierno, especialmente la secretaria de Educación, Leticia Ramírez (aquella que dijo que no podía contestar cómo aprenderán los niños con el nuevo modelo educativo, ¿la recuerda?), han justificado los cambios en la necesidad de impulsar una nueva estrategia de aprendizaje que rompa con la educación técnica, aquella que se pregonó tanto en el modelo neoliberal.

Bajo el lema: “Nueva Escuela Mexicana”, han impulsado un nuevo modelo educativo que, cabe señalar, nadie sabe a ciencia cierta cómo funciona ni cómo se evaluará. Lo único que han difundido es que, supuestamente, pone mayor énfasis en el humanismo y la formación comunitaria. No obstante, lo que no pone atención ese nuevo modelo y, por ende, los libros de texto que próximamente se repartirán, es que la pandemia por COVID-19 dejó un rezago educativo de más del 2 por ciento en el nivel básico y que, a diferencia de otros países, no se están promoviendo estrategias que disminuyan ese impacto en los alumnos.

Por el contrario, se están dejando de lado conocimientos básicos que resultarán necesarios para que los alumnos adquieran habilidades y capacidades que les permitan afrontar con mayor certeza su futuro. Conocimientos que para muchos de nosotros son básicos e indispensables para la vida diaria como: leer y escribir correctamente, resolver problemas matemáticos, tener conocimientos esenciales de ciencia y tecnología, entre otros: están quedando de lado. Todo en aras de impulsar un modelo ideológico: el de la 4T.

Esto rompe con el ideario del maestro Jaime Torres Bodet, aquel insigne promotor a la educación pública gratuita que, de la mano con José Vasconcelos, sentó las bases de un México más y mejor preparado, un México destinado al progreso científico, humano y tecnológico desde una visión universal y libre de prejuicios.

Me parece que algo que no están tomando en cuenta quienes diseñaron este modelo y los libros de texto, es que la educación ideologizada no es competitiva ni responde a retos que demanda una economía globalizada. Les guste o no, México no es un país aislado, y su interacción con otras naciones, especialmente aquellas de alto nivel científico y tecnológico, demanda mayor preparación. La formación técnica no impide que a la par se inculquen valores cívicos y éticos como el humanismo y la solidaridad comunitaria en las escuelas, al contrario, esto es indispensable para el buen desarrollo personal y social del alumno, pero no en sustitución absoluta del conocimiento racional y empírico.

Frente a esta situación, las y los docentes, madres, padres de familia y alumnos, tendrán un gran reto por delante, pues ahora recaerá en ellos la necesidad de buscar otras opciones para adquirir y transmitir aquellos conocimientos que, se supone, deberían estar insertos en los libros de texto y que, al parecer, han quedado en el olvido de la 4T.