Por: Abigail Arredondo Ramos
Columna Publicada en el Periódico El Universal Querétaro
En sus marcas, listos, fuera…han comenzado las precampañas por la presidencia de la República.
Revisando un poco los antecedentes de la democracia en nuestro país, la evolución democrática en México ha sido lenta y paulatina. Comenzando con la revolución, donde el lema del expresidente Madero, “sufragio efectivo-no reelección” retumbó en todo el país, el tránsito de nuestra nación a una verdadera democracia, ha pasado por muchas estadías.
Sin embargo, el punto decisivo en este proceso fue la apertura a la participación de otras fuerzas políticas. Si bien es cierto, el PRI gobernó el país 70 años, nunca lo hizo eliminando las minorías, al contrario, siempre las respetó y les brindó espacios de participación. En la arena electoral y política, era donde se medía la fuerza, pero siempre en un marco institucional. Prueba de ello fue la apertura en 1977, a las representaciones proporcionales en los congresos federal y locales, por parte de los partidos de oposición. Ese proceso de apertura y consolidación se ha ido dando poco a poco, paso a paso. Hemos transitado de una democracia incipiente, a una libertad democrática y, de ser el caso, estamos a un paso de lograr la consolidación democrática…la oportunidad de tener un gobierno de coalición.
Esto ya se ha logrado en países de Europa y algunos de Sudamérica, todos con resultados positivos, muchos de ellos, curiosamente, después de haber experimentado gobiernos absolutistas o dictatoriales. Ello es parte de la evolución democrática.
No obstante, como decía Samuel Huntington, se puede venir una “contra-ola democrática”, es decir, una regresión a ese dominio de partido hegemónico que tanto se criticó y se atacó, solo que ahora con una diferencia, ese partido pretende el poder absoluto, aplastando a la oposición en todos los sentidos. No hay el más mínimo respeto ni apertura al dialogo, lo que ha provocado una “cerrazón” peligrosa para nuestra democracia, sobre todo en un mundo tan polarizado.
En este proceso electoral, tenemos dos opciones:
Por el lado del poder, está Claudia Sheinbaum, quien se registró como precandidata única por MORENA, misma que llevará además la representación del PVEM y del PT, aliados del oficialismo. Por otro, está la senadora Xóchitl Gálvez quien hizo lo propio ante los tres partidos que conforman la Coalición “Frente Amplio por México”, convirtiéndose así, en la virtual precandidata de toda la oposición a la presidencia de la República. La primera representa la continuación del gobierno actual, con sus aciertos pero también sus errores. La otra es una opción diferente, de cambio y apertura, que representa innovación en la forma de hacer política y gobernar México, crear el primer gobierno de coalición.
Y aunque se han estado difundiendo sondeos de opinión donde se muestra una clara ventaja de la precandidata del gobierno, la realidad es que en política nada está escrito y cualquiera puede dar la sorpresa, sino que le pregunten a Javier Milei en Argentina. Eso es lo atractivo de la democracia y la política, permite la competencia, el contraste y la libertad. Así no hay nada escrito y todo puede suceder.
En este sentido, le invito a que deje a un lado las encuestas y el bombardeo de noticias falsas que pretenden crear una narrativa en el sentido que “la elección ya está resuelta”. Haga un ejercicio de reflexión y vea el desarrollo democrático que ha tenido México en lo que va de este siglo y, una vez hecho esto, decida si quiere que nuestro país transite hacía una democracia consolidada o, por el contrario, permitirá que regrese la llamada “contra-ola”.